domingo, 2 de junio de 2013

LAS FRONDAS FRANCESAS


A la muerte de Richelieu, hubo un lapso de tiempo, la minoría de edad del Rey Luís XIV, en que el poder quedó en manos de un Consejo de Regencia. La reina madre, Ana de Austria y su favorito, el cardenal Mazarino, consiguieron que el Parlemento de París invalidase el testamento del soberano y le concediese el control de la administración del reino. La guerra franco-española y la consiguiente presión fiscal, generaron un gran descontento que se focalizó en el ministro extranjero y en su protectora.

La primera Fronda estalló en el Parlamento parisino. En enero de 1648 se presentaron a los Parlamentarios un grupo de medidas destinadas en su mayoría a recaudar fondos, entre ellas un cambio en las condiciones en que se concedía la Paulette a los miembros de otros tribunales soberanos. El intento de dividir a los altos dignatarios no dio resultado. Representantes de los organismos judiciales superiores redactaron una Carta de reclamaciones, que de ser aprobada, habría otorgado al Parlamento un alto control sobre la administración y las finanzas. Mazarino, tras pequeñas concesiones, esperó el momento oportuno para asestar un duro golpe a la oposición. Tras la detención de tres conocidos parlamentarios, la respuesta parisina fue inmediata, llenándose la ciudad de barricadas hasta que ese liberó a los prisioneros y se aceptaron los 27 artículos. Sin embargo, el triunfo no fue definitivo, la firma de los Tratados de Westfalia facilitó que Mazarino dispusiese de tropas para imponer su voluntad al Parlamento y sus partidarios.

En Enero de 1649, Ana de Austria revocó las concesiones y abandonó la capital con su hijo, apoyándose en el ejército de Conde. Los sublevados no rompieron sus relaciones con la Corona, centrando sus críticas en Mazarino. En París, el Parlamento decidió hacerse cargo del gobierno y se preparó para resistir la llegada de las topas de Conde. Milicias burguesas, improvisados batallones populares y contingentes de algunos nobles se aprestaron a defender a la ciudad sitiada. Pero debido a la dispersión y desconfianza, la Regente no tuvo muchas dificultades para la firma de la Paz de Rueil en Marzo de 1649, retornando la Corte a la capital y volviendo a la situación anterior a la revuelta.

La segunda Fronda esto protagonizada por la nobleza, debido a la pérdida de influencia que estaba experimentando en el nuevo modelo de funcionamiento del Estado. Convirtieron también a Mazarino en el blanco de sus críticas al sistema. Conde, debido a su rivalidad con Mazarino fue el principal personaje de esta Fronda, terminando en la cárcel por orden de la Regente, ante la indiferencia del pueblo de París. Pero las mujeres de los prisioneros movilizaron al resto de la nobleza, refugiándose en las Provincias para organizar la oposición al Cardenal. Finalmente, Mazarino, al frente de un ejército, consiguió derrotar a los nobles y a las tropas españolas que les apoyaban.

Los contundentes triunfos y el rebosamiento de la posición de Mazarino avivaron los odios y miedos de sus enemigos, favoreciendo el acercamiento entre nobleza y burguesía y la unión de las dos Frondas. Los miembros  del Parlamento resucitaron sus reclamaciones del 48 añadiendo la exigencia de la liberación de los nobles encarcelados. Mazarino abandonó el gobierno y el país, aunque siguió dirigiendo la política francesa desde colonia, acelerándose las divergencias en torno a la política a seguir. Tras la proclamación de la mayoría de Edad de Luís XIV en Septiembre de 1651, Conde abrió un último período de disturbios al sur del País. Una revuelta popular en Burdeos y levantamientos en el suroeste y Provenza, extendieron la guerra por media Francia hasta Agosto de 1653.

Las Frondas transformaron a la sociedad francesa, el régimen se había visto sumido en la autarquía, y gran parte del país quedó asolado y muchas personas murieron. El fracaso parlamentario y nobiliario fue seguido por una férrea reacción absolutista que fue aceptada sin resistencia. Tras la muerte de Mazarino en 1661, Luís XIV, rodeado de algunos colaboradores cualificados, emprendió un gobierno personal caracterizado por el restablecimiento del orden y el fortalecimiento de la autoridad real hasta extremos desconocidos. 

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