A la muerte de Richelieu, hubo un lapso de tiempo, la
minoría de edad del Rey Luís XIV, en que el poder quedó en manos de un Consejo
de Regencia. La reina madre, Ana de Austria y su favorito, el cardenal
Mazarino, consiguieron que el Parlemento de París invalidase el testamento del
soberano y le concediese el control de la administración del reino. La guerra
franco-española y la consiguiente presión fiscal, generaron un gran descontento
que se focalizó en el ministro extranjero y en su protectora.
La primera Fronda
estalló en el Parlamento parisino. En enero de 1648 se presentaron a los
Parlamentarios un grupo de medidas destinadas en su mayoría a recaudar fondos,
entre ellas un cambio en las condiciones en que se concedía la Paulette a los
miembros de otros tribunales soberanos. El intento de dividir a los altos
dignatarios no dio resultado. Representantes de los organismos judiciales
superiores redactaron una Carta de reclamaciones, que de ser aprobada, habría
otorgado al Parlamento un alto control sobre la administración y las finanzas.
Mazarino, tras pequeñas concesiones, esperó el momento oportuno para asestar un
duro golpe a la oposición. Tras la detención de tres conocidos parlamentarios,
la respuesta parisina fue inmediata, llenándose la ciudad de barricadas hasta
que ese liberó a los prisioneros y se aceptaron los 27 artículos. Sin embargo,
el triunfo no fue definitivo, la firma de los Tratados de Westfalia facilitó
que Mazarino dispusiese de tropas para imponer su voluntad al Parlamento y sus
partidarios.
En Enero de 1649, Ana de Austria revocó las concesiones y
abandonó la capital con su hijo, apoyándose en el ejército de Conde. Los
sublevados no rompieron sus relaciones con la Corona, centrando sus críticas en
Mazarino. En París, el Parlamento decidió hacerse cargo del gobierno y se
preparó para resistir la llegada de las topas de Conde. Milicias burguesas,
improvisados batallones populares y contingentes de algunos nobles se
aprestaron a defender a la ciudad sitiada. Pero debido a la dispersión y desconfianza,
la Regente no tuvo muchas dificultades para la firma de la Paz de Rueil en
Marzo de 1649, retornando la Corte a la capital y volviendo a la situación
anterior a la revuelta.
La segunda Fronda
esto protagonizada por la nobleza, debido a la pérdida de influencia que estaba
experimentando en el nuevo modelo de funcionamiento del Estado. Convirtieron
también a Mazarino en el blanco de sus críticas al sistema. Conde, debido a su
rivalidad con Mazarino fue el principal personaje de esta Fronda, terminando en
la cárcel por orden de la Regente, ante la indiferencia del pueblo de París.
Pero las mujeres de los prisioneros movilizaron al resto de la nobleza,
refugiándose en las Provincias para organizar la oposición al Cardenal.
Finalmente, Mazarino, al frente de un ejército, consiguió derrotar a los nobles
y a las tropas españolas que les apoyaban.
Los contundentes triunfos y el rebosamiento de la posición
de Mazarino avivaron los odios y miedos de sus enemigos, favoreciendo el
acercamiento entre nobleza y burguesía y la unión de las dos Frondas. Los miembros
del Parlamento resucitaron sus
reclamaciones del 48 añadiendo la exigencia de la liberación de los nobles
encarcelados. Mazarino abandonó el gobierno y el país, aunque siguió dirigiendo
la política francesa desde colonia, acelerándose las divergencias en torno a la
política a seguir. Tras la proclamación de la mayoría de Edad de Luís XIV en
Septiembre de 1651, Conde abrió un último período de disturbios al sur del
País. Una revuelta popular en Burdeos y levantamientos en el suroeste y
Provenza, extendieron la guerra por media Francia hasta Agosto de 1653.
Las Frondas transformaron a la sociedad francesa, el régimen
se había visto sumido en la autarquía, y gran parte del país quedó asolado y
muchas personas murieron. El fracaso parlamentario y nobiliario fue seguido por
una férrea reacción absolutista que fue aceptada sin resistencia. Tras la
muerte de Mazarino en 1661, Luís XIV, rodeado de algunos colaboradores
cualificados, emprendió un gobierno personal caracterizado por el
restablecimiento del orden y el fortalecimiento de la autoridad real hasta
extremos desconocidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario